sábado, 28 de noviembre de 2015

El Cuento de Tin.

***
-          Había una vez un príncipe sentado en su hermosa silla de madera tallada, frente a su hermosa mesa llena de mangares delicioso…
-        -   ¡Espera! ¿Un príncipe? – pregunto Tin con su pequeño seño muy fruncido – ¿El protagonista es un príncipe y no una princesa?
-          - Si, esta es la historia de un príncipe. – dijo Livi levantando la vista de su cuaderno, mordiendo el lápiz que sostenía, pensativa - ¿Por qué? ¿prefieres las princesas?
-         -  No, la verdad me cansaron las princesas…son un poco comunes. – dijo pensando que la historia que Livi había escrito esta vez sería interesante. – ¡Seguí! Ahora de verdad quiero escuchar esto. – mientras se acomodaba entre su tupida almohada rosada y los brazos de su hermana, abrazándola. Lo que hizo a Livi sonreír y removerse para que Tin estuviera más cómoda.
-          Bien, entonces…
“Había una vez un príncipe sentado en su hermosa silla de madera tallada frente a su hermosa mesa llena de manjares deliciosos pero algo en su mirada no estaba bien, lucia tan triste y desolado que su padre, que estaba sentado al otro extremo de la mesa no tuvo más remedio que preguntar qué le sucedía.
-  Nada querido padre… - dijo el príncipe soltando un suspiro, mientras miraba su plato lleno de comida que no tenía ni ganas de tocar.
- Hijo, si nada es lo que acontece, debe ser un nada muy grande para hacerte suspirar de tal manera. – dijo el Rey dedicándole una media sonrisa. Su hijo lo miro por encima y a través de la larga mesa que los separaba y se dio cuenta lo poco que podía divisar la media sonrisa de su padre que de tan buen humor lo ponía.
- Padre, querido rey, hay una cosa que quiero pedirle, solo por hoy. – dijo el príncipe algo avergonzado, sintiendo como sus mejillas se volvían rojas.
- ¿Hará eso que una sonrisa aparezca en tu rostro? – dijo el Rey cortando la carne de su plato.
- Quizás solo por hoy…
- Quizás solo por hoy es suficiente para mí. Dime, ¿Qué quieres?
- ¿Podría sentarme más cerca tuyo? ¿Podríamos comer uno más cerca del otro? – el Rey quedo tan atónico con la petición de su hijo que creyó haber escuchado mal, debido a la distancia que los separaba.
- ¿Qué? ¿Es eso lo que realmente te está molestando?
- No en realidad pero ayudaría tenerte más cerca.
-¡Hijo! ¡Querido hijo! Pero si me tienes cerca cada segundo de tu vida, Pequeño John...

- Para para para… ¿John? ¿Así se llama el príncipe? – dijo Tin sentándose de repente haciendo que Livi soltara su lápiz y que esta cayera muy lejos. Tin tenía una expresión que hizo a Livi reír. – ¡no te rías! Es un nombre horrible para un príncipe Livi, ¡por favor!
- No se me ocurría ningún otro nombre. Después lo puedo cambiar… - dijo tratando de seguir con la historia.
-¡No! Ya mismo cámbialo. No te das cuenta que si pasa más tiempo con ese nombre se va a acostumbrar a el  ¡Y es un PRINCIPE, NO puede llamarse John!
-¡OKAY! – dijo Livi sonriendo por el énfasis de Tin. – Entonces pasame mi lápiz que por tu culpa se cayo. Tin dando un salto que hizo que sus trenzas volaran por doquier, bajo de la cama y recupero el lápiz de su hermana mayor. Volviendo a acomodarse en ese hermoso hueco, abrazando a su hermana suspiro.
- Si tenes sueño podemos seguir mañana… - dijo Livi sabiendo ya se estaban pasando de la hora de dormir.
- ¡De ninguna manera! – Dijo Tin con una potente voz, tan potente como podría ser la voz de una niña pequeña de 8 años. – Si ese príncipe va a ser protagonista de algo tiene que tener otro nombre. – Livi no pudo hacer más que reírse.
- Ok, ¿qué nombre entonces? ¿Cómo suelen llamarse los príncipes?
- ¿Aladino? ¿Encantador? ¿Adam? ¿Eric? Son nombres horribles… - dijo Tin contando con los dedos todos los nombres de los príncipes de todas las historias de princesas que se sabía de memoria.
- Li Shang… - dijo Livi con una mirada cómplice, sabiendo que su preferido haría a Tin saltar. Tal como lo espero Tin salto de su posición para mirarla con sus pequeños ojos llenos de amor.
- ¡Li Shang es un nombre perfecto! No es un nombre nada horrible ¿sabes? – dijo mirando la nada, imaginando a su príncipe favorito. – Pero Li Shang ya tiene a Mulan. No podemos usar ese nombre. – dijo algo decepcionada.
- De verdad te gusta Li Shang ¿no? – pregunto Livi acariciando las trenzas marrones de su hermanita.
- En realidad me gusta Mulan. – dijo soltando un suspiro, volviendo a acostarse. – Ella es… tan valiente, es una héroe de verdad y tiene un príncipe a su medida. No es como las otras princesas, ellas tienen hermosos vestidos y mucho brillo pero Mulan simplemente es valiente y tiene mucho coraje, nunca busco un hermoso vestido para enamorarse. Ella salvo a su pueblo primero.
Los ojos de Livi se llenaron de lágrimas al entender lo inteligente que era su pequeña hermanita, lo crecida que estaba y la gran mujer que sería algún día. Ella jamás lleno de pensamientos su hermosa cabecita, Tin sola creo que toda esa idea de la nada.
-        -   Estoy tan orgullosa… - dijo acariciando nuevamente su cabello. – Sos más inteligente que yo.
-          ¿Porque dices eso? ¡vos sos la que escribís historias de la nada!  Yo solo las escucho atentamente.
-         - Porque yo muchas veces quise hermosos vestidos, brillo y enamorarme de un príncipe. Nunca quise ser valiente.
-          - Nunca es tarde – dijo Tin riendo. – ¡Milo! ¿Qué te parece Milo?
-          - Milo es genial – dijo Livi tachando John y escribiendo Milo arriba. – ¿sigo?

“ -¡Hijo! ¡Querido hijo! ¡Pero si me tienes cerca cada segundo de tu vida! ¡Pequeño Milo! – dijo el Rey agobiado. Tocando su campanilla, llamando al sirviente hizo que trajeran el plato de su hijo justo a su derecha al igual que su silla. El príncipe al sentarse tan cerca de su padre pude ver que las arrugas de su rostro era más marcadas que antes, que su sonrisa torcida no era tan brillante como lo fue y que sus ojos se veían muy cansados.
-          - Padre… querido Rey, sabes que te amo ¿no? – dijo el príncipe buscando la mirada de su padre. Con los ojos llenos de lágrimas el Rey acaricio la cabeza de su hijo. Asintiendo lo invito a seguir comiendo.
Así todas las noches la brecha que los separaba se fue cerrando y el príncipe que agobiado por otras cosas sufría en silencio al menos en las cenas ahora era feliz. Y con una sonrisa de “solo por hoy” el Rey podía conformarse. Pero no podía ser feliz viendo a su pequeño Milo suspirar el resto de las horas, así que en cada cena intentaba consultar si el príncipe estaba listo para contarle lo que tanto le agobiaba….”

Un resoplido detuvo la lectura de Livi. Quitando la vista de su cuaderno vio a Tin profundamente dormida, con la boca entre abierta y sus largas pestañas rosando sus mejillas rojas. Muchas veces parecía una pequeña muñeca, su cabello en trenzas solo acentuaba eso. Un sonoro ronquido se escapo de su boca y Livi tuvo que tapar su boca con las manos para que su risa no despertara a su durmiente hermana. Sin dejar de sonreír pensó lo mucho que amaba esa pequeña criatura. Era tan inteligente, tan capaz. Cuando sus padres le dijeron que iba a tener un hermano o hermana, Livi lloro. No sabía bien porque, no estaba feliz, no estaba triste, simplemente estaba tan sorprendida que su cuerpo no supo cómo reaccionar y la lleno de lágrimas. Estaba grande, y Luca más. Sus padres aun mucho más. “Un bebe va a cambiar mucho nuestras vidas” dijo su padre. Livi no sabía, lo sentía injusto, su vida estaba solo bien  así como estaba, no quería ningún cambio. Cuando se acorto la plata que le daban los fines de semanas porque el médico de su mamá era caro, definitivamente se enojo. No quiso más tener  un bebe en su vida. Entonces un día fueron los 4, ambos padres, Luca y ella al médico. Un señor hizo que su madre se acostara en una camilla y puso, ruidosamente, un gel en su vientre, parecía muy frió por la expresión de su mamá. Y cuando coloco esa cosa de ecografía en ella, la pantalla negra brillo. Todo parecía cosas sin formas, por lo que pensó que quizás no había tal bebe en realidad. Entonces de la nada una manito se materializo. Antes que el doctor pueda decir nada Livi comenzó a llorar. “Manito” fue todo lo que dijo entre lagrimas. Ella amo esa manito en ese instante, quiso sostenerla, quiso besarla. Abrazo el brazo de su mamá mientras lloraba y le susurraba al bebe que le perdone por no quererlo.

Livi miro a Tin ahí acostaba, miro su mano que descansaba en la almohada rosa que abrazada. Esa manito que tanto amaba, desde que nació la agarro y no pensaba soltarla nunca. Las imaginaba de viejas, Livi más que Tin, sostenidas de la mano mirando sus nietos jugar juntos. Le dio un beso en su mejilla y se levanto lentamente. Cuando estaba cerrando la puerta la miro de nuevo, suspiro y deseo que todo el mundo pueda tener hermanos pequeños y sentir lo que ella, porque sería más fácil de explicar todo. 
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