***
-
Había una vez un príncipe sentado en su hermosa
silla de madera tallada, frente a su hermosa mesa llena de mangares delicioso…
- - ¡Espera! ¿Un príncipe? – pregunto Tin con su
pequeño seño muy fruncido – ¿El protagonista es un príncipe y no una princesa?
- - Si, esta es la historia de un príncipe. – dijo
Livi levantando la vista de su cuaderno, mordiendo el lápiz que sostenía,
pensativa - ¿Por qué? ¿prefieres las princesas?
- - No, la verdad me cansaron las princesas…son un
poco comunes. – dijo pensando que la historia que Livi había escrito esta
vez sería interesante. – ¡Seguí! Ahora de verdad quiero escuchar esto. – mientras se acomodaba entre su tupida almohada rosada y los brazos de su
hermana, abrazándola. Lo que hizo a Livi sonreír y removerse para que Tin
estuviera más cómoda.
-
Bien, entonces…
“Había una vez un príncipe sentado en su
hermosa silla de madera tallada frente a su hermosa mesa llena de manjares
deliciosos pero algo en su mirada no estaba bien, lucia tan triste y desolado
que su padre, que estaba sentado al otro extremo de la mesa no tuvo más remedio
que preguntar qué le sucedía.
-
Nada querido padre… - dijo el príncipe soltando un suspiro, mientras
miraba su plato lleno de comida que no tenía ni ganas de tocar.
- Hijo, si nada es lo que acontece, debe
ser un nada muy grande para hacerte suspirar de tal manera. – dijo el Rey dedicándole
una media sonrisa. Su hijo lo miro por encima y a través de la larga mesa que
los separaba y se dio cuenta lo poco que podía divisar la media sonrisa de su
padre que de tan buen humor lo ponía.
- Padre, querido rey, hay una cosa que
quiero pedirle, solo por hoy. – dijo el príncipe algo avergonzado, sintiendo
como sus mejillas se volvían rojas.
- ¿Hará eso que una sonrisa aparezca en tu
rostro? – dijo el Rey cortando la carne de su plato.
- Quizás solo por hoy…
- Quizás solo por hoy es suficiente para mí.
Dime, ¿Qué quieres?
- ¿Podría sentarme más cerca tuyo? ¿Podríamos
comer uno más cerca del otro? – el Rey quedo tan atónico con la petición de su
hijo que creyó haber escuchado mal, debido a la distancia que los separaba.
- ¿Qué? ¿Es eso lo que realmente te está
molestando?
- No en realidad pero ayudaría tenerte más
cerca.
-¡Hijo! ¡Querido hijo! Pero si me tienes
cerca cada segundo de tu vida, Pequeño John...
- Para para para… ¿John? ¿Así se llama el príncipe? – dijo
Tin sentándose de repente haciendo que Livi soltara su lápiz y que esta cayera
muy lejos. Tin tenía una expresión que hizo a Livi reír. – ¡no te rías! Es un
nombre horrible para un príncipe Livi, ¡por favor!
- No se me ocurría ningún otro nombre. Después lo puedo
cambiar… - dijo tratando de seguir con la historia.
-¡No! Ya mismo cámbialo. No te das cuenta que si pasa más
tiempo con ese nombre se va a acostumbrar a el
¡Y es un PRINCIPE, NO puede llamarse John!
-¡OKAY! – dijo Livi sonriendo por el énfasis de Tin. –
Entonces pasame mi lápiz que por tu culpa se cayo. Tin dando un salto que
hizo que sus trenzas volaran por doquier, bajo de la cama y recupero el lápiz
de su hermana mayor. Volviendo a acomodarse en ese hermoso hueco, abrazando a
su hermana suspiro.
- Si tenes sueño podemos seguir mañana… - dijo Livi sabiendo
ya se estaban pasando de la hora de dormir.
- ¡De ninguna manera! – Dijo Tin con una potente voz, tan
potente como podría ser la voz de una niña pequeña de 8 años. – Si ese príncipe
va a ser protagonista de algo tiene que tener otro nombre. – Livi no pudo hacer más
que reírse.
- Ok, ¿qué nombre entonces? ¿Cómo suelen llamarse los príncipes?
- ¿Aladino? ¿Encantador? ¿Adam? ¿Eric? Son nombres
horribles… - dijo Tin contando con los dedos todos los nombres de los príncipes
de todas las historias de princesas que se sabía de memoria.
- Li Shang… - dijo Livi con una mirada cómplice, sabiendo
que su preferido haría a Tin saltar. Tal como lo espero Tin salto de su
posición para mirarla con sus pequeños ojos llenos de amor.
- ¡Li Shang es un nombre perfecto! No es un nombre nada
horrible ¿sabes? – dijo mirando la nada, imaginando a su príncipe favorito. – Pero
Li Shang ya tiene a Mulan. No podemos usar ese nombre. – dijo algo
decepcionada.
- De verdad te gusta Li Shang ¿no? – pregunto Livi acariciando
las trenzas marrones de su hermanita.
- En realidad me gusta Mulan. – dijo soltando un suspiro,
volviendo a acostarse. – Ella es… tan valiente, es una héroe de verdad y tiene
un príncipe a su medida. No es como las otras princesas, ellas tienen hermosos
vestidos y mucho brillo pero Mulan simplemente es valiente y tiene mucho
coraje, nunca busco un hermoso vestido para enamorarse. Ella salvo a su pueblo
primero.
Los ojos de Livi se llenaron de lágrimas al entender lo
inteligente que era su pequeña hermanita, lo crecida que estaba y la gran mujer
que sería algún día. Ella jamás lleno de pensamientos su hermosa cabecita, Tin
sola creo que toda esa idea de la nada.
- - Estoy tan orgullosa… - dijo acariciando
nuevamente su cabello. – Sos más inteligente que yo.
-
¿Porque dices eso? ¡vos sos la que escribís
historias de la nada! Yo solo las
escucho atentamente.
- - Porque yo muchas veces quise hermosos vestidos,
brillo y enamorarme de un príncipe. Nunca quise ser valiente.
- - Nunca es tarde – dijo Tin riendo. – ¡Milo! ¿Qué
te parece Milo?
- - Milo es genial – dijo Livi tachando John y escribiendo
Milo arriba. – ¿sigo?
“ -¡Hijo! ¡Querido hijo! ¡Pero si me tienes
cerca cada segundo de tu vida! ¡Pequeño Milo! – dijo el Rey agobiado. Tocando
su campanilla, llamando al sirviente hizo que trajeran el plato de su hijo
justo a su derecha al igual que su silla. El príncipe al sentarse tan cerca de
su padre pude ver que las arrugas de su rostro era más marcadas que antes, que
su sonrisa torcida no era tan brillante como lo fue y que sus ojos se veían muy
cansados.
- - Padre… querido Rey, sabes que te amo ¿no? – dijo
el príncipe buscando la mirada de su padre. Con los ojos llenos de lágrimas el
Rey acaricio la cabeza de su hijo. Asintiendo lo invito a seguir comiendo.
Así todas las noches la brecha
que los separaba se fue cerrando y el príncipe que agobiado por otras cosas
sufría en silencio al menos en las cenas ahora era feliz. Y
con una sonrisa de “solo por hoy” el Rey podía conformarse. Pero no podía ser
feliz viendo a su pequeño Milo suspirar el resto de las horas, así que en cada
cena intentaba consultar si el príncipe estaba listo para contarle lo que tanto
le agobiaba….”
Un resoplido detuvo la lectura de
Livi. Quitando la vista de su cuaderno vio a Tin profundamente dormida, con la
boca entre abierta y sus largas pestañas rosando sus mejillas rojas. Muchas
veces parecía una pequeña muñeca, su cabello en trenzas solo acentuaba eso. Un
sonoro ronquido se escapo de su boca y Livi tuvo que tapar su boca con las
manos para que su risa no despertara a su durmiente hermana. Sin dejar de sonreír
pensó lo mucho que amaba esa pequeña criatura. Era tan inteligente, tan capaz.
Cuando sus padres le dijeron que iba a tener un hermano o hermana, Livi lloro.
No sabía bien porque, no estaba feliz, no estaba triste, simplemente estaba tan
sorprendida que su cuerpo no supo cómo reaccionar y la lleno de lágrimas. Estaba
grande, y Luca más. Sus padres aun mucho más. “Un bebe va a cambiar mucho
nuestras vidas” dijo su padre. Livi no sabía, lo sentía injusto, su vida estaba
solo bien así como estaba, no quería
ningún cambio. Cuando se acorto la plata que le daban los fines de semanas
porque el médico de su mamá era caro, definitivamente se enojo. No quiso más
tener un bebe en su vida. Entonces un
día fueron los 4, ambos padres, Luca y ella al médico. Un señor hizo que su madre
se acostara en una camilla y puso, ruidosamente, un gel en su vientre, parecía
muy frió por la expresión de su mamá. Y cuando coloco esa cosa de ecografía en
ella, la pantalla negra brillo. Todo parecía cosas sin formas, por lo que pensó
que quizás no había tal bebe en realidad. Entonces de la nada una manito se
materializo. Antes que el doctor pueda decir nada Livi comenzó a llorar.
“Manito” fue todo lo que dijo entre lagrimas. Ella amo esa manito en ese
instante, quiso sostenerla, quiso besarla. Abrazo el brazo de su mamá mientras
lloraba y le susurraba al bebe que le perdone por no quererlo.
Livi miro a Tin ahí acostaba,
miro su mano que descansaba en la almohada rosa que abrazada. Esa manito que
tanto amaba, desde que nació la agarro y no pensaba soltarla nunca. Las
imaginaba de viejas, Livi más que Tin, sostenidas de la mano mirando sus nietos
jugar juntos. Le dio un beso en su mejilla y se levanto lentamente. Cuando
estaba cerrando la puerta la miro de nuevo, suspiro y deseo que todo el mundo
pueda tener hermanos pequeños y sentir lo que ella, porque sería más fácil de
explicar todo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario